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Juventudes políticas, ¿cuál es la novedad? Y ¿cuál es el opio intelectual?


Hay que salvarse de la miopía. Para ser sinceros no todas las personas creen que la incorporación de la juventud a la política sea de por sí un cambio y si esto no se debate estaríamos ante un optimismo cuando menos voluntarista. Podemos entonces re-ver, ¿Cuáles son aquellos que interpretan esto? ¿Buscan interpelar a los jóvenes? ¿Qué es lo que se está buscando? No se termina de entender si es o no es una incomodidad.

Hay cuestiones que son esterilizadas por la manera en que se bastardea en sí el papel de la juventud real, es decir como siempre el papel de las personas de carne y hueso que viven acá. Porque la juventud real es hija de su propia sociedad, muchas veces hay quienes se ponen en portavoces de la juventud sin serlo. Esto es parte de la manera de querer “tutelar” o controlar aquello que podría ser un efecto que modifique el panorama. Siempre en toda la historia argentina además de los prejuicios que siempre existen, las juventudes tienen un papel en cómo se insertan en época de cada sociedad. En cada ocasión este papel es decisivo para entender cuán profunda es la continuidad de un modelo económico y político. Lo que ahora se intenta pensar es que las juventudes son sólo una parte un apéndice más de los partidos políticos, así entonces sólo importan los jóvenes que acceden a cargos rápidamente y como siempre se olvidan de las bases.

Ciertamente que esto no tiene demasiado sentido cuando se piensa que gran parte de los políticos que hoy para bien o para mal tienen cargos han estado en la actividad desde hace mucho tiempo que todos ellos han tenido que aprender sobre la marcha lo que otros que jamás han estado en su lugar planean desde la futurología. Lo cierto es que la visibilidad de un sector o de otro tiene que ver con una decisión que muchas veces tiene que ver con una forma de desequilibrar una situación, una hegemonía que se hace dicotómica muchas veces. Nos vamos acostumbrando a esta idea ahora en boga de lo nuevo que esta morir y aquello que no termina de morir, sobre esta frase claro está se basan todas las invocaciones de la historia presente.

Este sentido, cierta reacción tiene un pavor muy interesante sobre el hecho de que podrían ser desbordados por el simple accionar de una franja de edad que es muy importante en la contienda electoral. Esa franja que al incorporarse a la actividad deja de alguna manera la pasividad (para bien o para mal). Con suerte podemos interpretar que nuestra sociedad se acerca hacia un verdadero debate sobre el futuro. Si este debate no es encarado de manera seria lo demás será una mera escenificación de cargos y descargos de la más variada cepa.

La sociedad de consumo tiene una idea de la juventud y tiene una idea sobre su inserción. El “Joven profesional” puede ser parte de una utopía muy bien publicitada por cierto, en el que formado en un sistema casi pre-fabricado asume una postura a-histórica y que por lo tanto sin contradicciones se contenta con cumplir un mero canon. Este es el fin después de todo de la sociedad de consumo. En un mundo donde la segmentación abunda, el problema de la juventud como tal tiene que ver con al inserción con el mundo del trabajo, sobre qué le espera en el futuro cercano, sobre su ocupación y sobre el acaparamiento o no de las oportunidades, ¿pueden o no pueden los jóvenes que no son parte de la más alta clase dominante participar del futuro? ¿Tienen derecho? Sabemos que para los herederos de las grandes sociedades anónimas esto no es en definitiva un problema. Las clases dirigentes tienen experiencia de esto, acaso esas no son las mieles de la captación, acaso la obsesión de quién es rentado o quien no lo es, hoy funciona a la manera que antes funcionaba la palabra “subversivo”, “fanático” y “terrorista”. Las juventudes políticas tienen un rasgo en común a largo de la historia argentina. Su punto está de lado de que triunfan y fundan un nuevo sistema; una nueva correlación de fuerzas, sabemos esto de “La Generación del 37´”, la cual trajo el liberalismo “adaptado” el cual dio unos frutos que todos conocemos podríamos unirla a “La generación del 80” y una juventud como la de “La coordinadora” de Alfonsín, la cual termino en medio de una lógica que la devoró a sí misma según palabras de algunos de sus propios protagonistas.

En este sentido el sistema de la democracia pudo cercar a la juventud porque lo creo fue la idea de una necesidad casi inevitable de sobrevivir, ¿Cómo durar? ¿Qué proponer? Recordemos que las teorías se desplazan del mundo de la economía al mundo del régimen político, cada juventud tiene una carga ideológica que puede explotar y dinamizar o que puede dejar de lado.

Por cierto que esto es parte de todo régimen político. Nada peor que pensar que porque una situación parezca más o menos mala eso hará que sea suficiente para decir que todos apostarán por la democracia y que además la sociedad valorará los esfuerzos de quienes defienden ese régimen. Sabemos a raíz de 2001 que no estamos completamente seguros que los factores económicos estén atados a elecciones es decir que entendemos que no podemos contar con su apoyo neto, ¿para qué creer entonces la democracia esta tan sólida y tan resplandeciente? ¿Acaso es eterna? ¿Acaso siempre da lo mismo lo que ella produzca?

 Sabemos también que a partir de la propia revisión de la sociedad argentina, la responsabilidad por la continuidad del régimen es más que pedir transparencia y lograr hacer manifestaciones grotescas. Claro que esto sólo tiene sentido para quienes piensan que hay algunas cosas que no se pueden resguardar. Tenemos por buena la infamia de que se sobrevive de cualquier manera. Por esta razón pensar, ¿por qué la juventud está o no está en la política? puede ser una mera especulación que hace al opio intelectual. La otra pregunta es si la juventud está ya en la política, ¿Qué es lo que tiene que hacer? En este sentido es cuando surge la interrogante, ¿No es siempre presente el tiempo de la juventud? ¿No es siempre presente el tiempo de la política? Mientras más se piensa en aquello se hace la pregunta cierta, ¿Es la juventud por sí sola es capaz de transformar la totalidad de la estructura política del país?, esto tendría que gustar más que las caracterizaciones de identikit. Ciertamente por eso uno se puede preguntar, si realmente la pregunta debería ser; no si los jóvenes están o no en la política, sino ¿Cuánto es el esfuerzo necesario de su parte para lograr el verdadero triunfo de una serie de demandas nuevas? Acaso si no se ven las demandas nuevas de la sociedad civil, ¿no sería inútil postrarse en nombre de la juventud?

El transformismo argentino en todas sus formas teme un salto cualitativo de la juventud tanto ideológica como numéricamente. Es decir teme la idea en suma de la potencialidad ante la cooptación. ¿Qué pasaría si no se los puede convencer? La famosa frase: “Si no puedes con ellos únete”. En este sentido el sistema de premios y castigos, la censura y la búsqueda del “pedigrí” conforman parte de la gente que considera que toda la sociedad no está siendo dinamizada por la juventud. Podemos decir que aquellos que toman que en las sociedades hay generaciones perdidas son aquellos mismos que quieren seguir perdiendo generaciones. Las generaciones que suceden tienen una serie de demandas, una serie de pujas y de tareas que pueden ser propuestas o no, pero que muchas veces surgen de la necesidad. Acaso pensar que el mundo de la argentina sobre todo está algodonado no es por lo menos infantil. Desde las expresiones de: “juventudes hitlerianas” en alusión a la argentina de Mariano Grondona, el cual en su propia juventud supo hacer su papel de redactor de discursos de Onganía sabemos lo importante que termina siendo la organicidad de la juventud. Es la identidad de la juventud lo que la diferencia. Esta identidad es la que crece y la que puede desarrollar tareas. Sin ser un universo estático, toda la juventud tiene ideas políticas, lo extraño sería caer en un ombliguismo mediático, las tareas del mañana enfrentarán a las cabezas que hoy se llaman “jóvenes”. Recordemos que los jóvenes oligarcas en su papel de “oligarcas” eran completamente concientes de lo bueno que era heredar el gobierno, así era el régimen conservador del PAN. Pero qué hacen aquellos que no tienen nada que heredar; aquellos que no tienen nada que heredar, mal que les pese a los desconfiados del tiempo tienen que construir. Construir implica un esfuerzo, e implica contradicciones, jóvenes santos tienen tan poco sentido como obreros santos, o cualquier clase de santidad emitida desde la perplejidad de una redacción.

Mucho más interesante que una juventud que tenga que ser redentora de sueños prestados del pasado es una juventud que tenga movilidad y aspiraciones en el presente. Por esta razón en el presente, la juventud tiene un papel que responde a una interesante contradicción entre lo que se supone que la sociedad es y lo que podría ser. De manera indeseada cuando una sociedad aumenta su conflictividad es más complejo sustraerse de algunos problemas. Recordemos que siempre tuvimos que ver como el fatalismo de un mundo “libre” y “seguro” era capaz de demostrar que la historia había acabado.

Volviendo a la cuestión, si el papel de la juventud es dinamizar la política, todas sus manifestaciones son importantes. Ciertamente por eso, el apolitismo, la indiferencia también formarán parte de algunos sectores. Ya existe de por sí esta tensión dentro de ese grupo, no verla es negar un conflicto más para ahorrarse una serie de explicaciones. Por ejemplo, ¿Todos los jóvenes en argentina tienen el mismo futuro? La respuesta es no. Justamente argentina se está manejando en un conflicto en el pecado del “acceso al poder”. Acceso que por cierto conlleva como siempre la idea de responsabilidad pero en sentido amplio. Nada mejor para mostrar una educación para la adultez que la política. Nada mejor que no poder sustraer el éxito o el fracaso personal a factores casi difusos o mágicos. No es tiempo acaso de ver lo inactual de las juventudes, ¿no será momento de aceptar que no se los puede extirpar de la sociedad? Como siempre el problema para un sector de la sociedad es la mesura, ciertamente la cuestión es: ¿Es posible o no es posible el asalto al cielo? Esta es la pregunta, después se puede pensar si es por la vía democrática o no democrática. Ciertamente con esto debemos pensar que “oficiales jóvenes” muchas veces en el ejército ejercieron su papel nefasto como “liberadores” y “restauradores”. ¿Acaso eso los hace mejores? No es ciertamente una idea nueva, el péndulo se mueve siempre de un lado para otro. La sociedad no puede alienar a la juventud de los problemas del país. Silo hace crea un joven que espera que fracase. Ese deseo es parte de una sociedad que espera que el mito de la “i-redención argentina” tenga éxito. No es poco. Personas como Yrigoyen (fue presidente después de todo) las que siendo jóvenes desafiando las lógicas del partido al que muchas veces pertenecían lograron nuevos resultados. La propia renovación peronista dentro de los sindicatos trajo la respuesta a la sucesiva oleada autoritaria que venía a “normalizar” el país eso fue la resistencia peronista, forma vital de una respuesta autónoma de la sociedad argentina. Las juventudes no son más que la actualización de las fuerzas sociales siempre en disputa ni más ni menos que eso.

Por esto hay que tener en cuenta uno de los papeles más importantes. Si la juventud no quiere ser un mero producto más de la agenda mediática, si no quiere caer en una polarización, vieja y corroída, una caracterización que le ha pasado al “periodismo” (como actividad) debe dar un salto hacia delante. Mientras que el genuino periodismo tiene que ver con llevar la información necesaria a la gente que realmente le interesa y que le interesa porque es vital para su supervivencia. Otros prefieren entender lo que son los correctos manuales de estilo. La bella pregunta que nos queda, es la siguiente. La única cosa que debe hacer la juventud es tener por meta  “reemplazar a sus padres”, en esta lógica se quiere poner un cerrojo al proceso de cualquier participación política. La política esta mercada por la necesidad y por las invenciones que hacen a ese respecto.

Por eso la juventud hoy no tiene que ser alienada sobre si su papel está o no lejos de la sociedad que pertenece sino que a partir que pertenece a una sociedad debe proceder en consecuencia entendiendo que no tiene escapatoria sino el futuro se le escapará  de las manos.

Hay que poner fin a los fetiches historicistas que quieren hacer de la juventud actual un mero anecdotario de un álbum de la lógica mediática. Hay que salir de los relatos para poder hacer discursos y para poder ser lo que se dice propiamente y genuinamente Autores.    

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