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Peripecias en tieras del Manzán. (1)

Las gracias de la vida hacen de la Argentina actual un lugar muy bello para vivir. Un país digno de una postal con sus contradicciones. Siempre vale para quitar el impresionismo para poder ir tomando nota de ciertas características. Divierte un poco ver lo que va pasando. Quizá el uso de demasiado gerundios no ayude.


Argentina es la telenovela permanente, cuando uno vivió más de veinte años en Argentina se da cuenta que nos gusta vivir así. La idea del país serio como el apocalipsis, como la distopía es divertido porque es cierto. Por suerte va quedando claro que estas cuestiones no son menores por el contrario son fundamentales. Por ejemplo en este país hay obsesiones por una autenticidad sin sentido, el que quiere la soledad, la supone o maldición o necesidad histórica, el que anda con cualquiera por cualquier razón cree que la sociedad es un caos. Los medios le dan a la gente lo que quiere, historias poco serias. Por ejemplo un presidente puede tener una mujer “mona” y todo eso hace a lo que es él como ser humano, y esto vale para Menem, Kirchner o Macri, objetivamente poco importa, el presidente no es gay; tiene linda mujer. Somos una telenovela idiota.


Si la primera mujer se viste bien, es una oda a lo mejor del machismo y no es un argumento que preocupe a muchos hombres, quizá el faso, la birra, o ser hincha de Aldosivi sean cosas más de hombres, pero es claro que la vestimenta de la “cabeza política” de un país es importante. Nunca tuvimos a Ivan de Pineda de presidente por lo que no podemos darnos el lujo, salvo cuando hablaron sí del error de los mocasines y saco cruzado. Una cosa que porque el presidente es hombre casi es un escándalo.


Esto es importante, porque Francia por ejemplo también hace esto. Pero uno a Francia le tiene respeto porque nunca va ser francés, ser francés es el lujo que se da alguien si no fue sirio antes para hablar de la decadencia y despreciar a su país. Uno por lo tanto sabiendo que es “argentino” está biológicamente dotado de quejarse del país. Esto es así, pero odiar al país es un arte, y hasta un Freak Show, ahí están Aguinis, Sebreli, el fallecido Pepe Eliaschev, que no son respetados por lo que “piensan” sino por sus superficiales comentarios de la sociedad argentina. Por suerte el odio al país, es nacionalismo, porque hace que el provincialismo se mantenga vivo. Nigeria por ejemplo debe ser más complicado pero claro, no es Argentina y nadie se desespera por vivir en una casa de chapas en medio de un lago con calor sofocante. Buenos Aires no tiene las cuestiones nigerianas pese a que el vecino promedio diga que desde 1945 esta invadido de “Negros de Mierda”. Los peronistas enriquecidos que los hay y muchos, también son de esta opinión negros de mierda. Como podemos ver Argentina en materia de novela, xenofobia, y clasismo nada puede envidiar.


Uno se olvida de esto, tampoco se puede olvidar que el culo de uno no es tan mirado. En parte porque el piropeador promedio tiene un poco de homofobia. Nunca se educaría tan sanamente, un “Cómo te chuparía la pija boludito”.  El boludeo casi amable de camaradería entre hombres que se chupan las pijas, claro que esto no ocurre y sí puede haber uno: “Si me volves a mirar te violo” o la idea de pegarte por mirarlo fijamente. Esto pasa, la gente sin vivir en el Estado Islámico en la calle pide no mirarse a los ojos, si en las casas, si cuando se está diciendo “la verdad”.


Días calurosos los de Enero en Buenos Aires. Como cuento la soledad es el cultivo de una voz, la voz de uno, la que Schopenhauer decía que era insoportable. La soledad era un invento moderno, el hombre está solo y por eso tiene algo que decir le pasan cosas que valen la pena. La prosa y la poesía tienen que ver con eso, cada uno siente de una forma distinta la fuga de los hermanos Lanatta que seamos todos imbéciles no cambia. Nunca pensamos en un mundo feliz de drogas para todos, sino si la policía que nos miente no miente mejor.


Uno por su parte consumidor de noticias, pornografía, videos de youtube, y cualquier estupidez tiene cosas complicadas. Uno se da cuenta que Hoppe, es un hombre importante, y se da cuenta que Vidal es una mujer, una ama de casa con poder, y que Fontevecchia piensa que es una pobre imbécil. Sólo tiene que ver las tapas de revista, quién se de cuenta de esto verá la hipocresía argentina, la presidente saliente que tenía a la izquierda la pared era una mujer emancipada que tuvo un luto larguísimo, y porque Argentina está loca, si valía la pena para el Reality decir que era estadista, era estadista. Esta Vidal para que el votante derechista pueda dormir en paz es una pobre boluda, y eso no lo digo yo que hasta le encuentro en ciertos rasgos toscos; algo de belleza, y es lo inteligentemente suficiente para gobernar, porque acá no se gobierna siendo inteligente se “gobierna” siendo audaz, es decir teniendo fe en la impunidad.


Esto pasa cuando uno va por la calle, irresistiblemente quiere ver las tapas de las cosas, cuestiones menores que en un scroll de redes sociales dura segundos, la forma analógica de hacerla presentada por el mercado al tener menos filtro siempre es mejor. Por eso la opinión pública la tenes mejor en un kiosco de diarios que en las redes sociales. La calle te dice por fuerza de eliminación qué pesa y qué no pesa. Las viejas te dicen en realidad como se filtran las noticias. Una persona joven que realmente tiene un ingreso alto que realmente sea bello en el criterio dominante, no necesita de la noticias, de la política, necesita de Tinder, de la guita, del Chandon, de varios amores de verano de perder un celular, de dramas de verdad.


Cuando algo de eso falta, hay pasiones políticas. Se sabe que estas pasiones son como orgasmos fingidos en el 90 por ciento de los casos. Hablan de dictadura cuando habiendo vivido en ellas se sabe que la dictadura que da estreñimiento de la libertad de expresión. Pero claro en democracia nadie se acuerda, de eso, de la diferencia entre censura y autocensura, de ser echado por medios militares, que ser echado por medios administrativos por contratos de mierda. Nadie piensa, es que estas condiciones laborales son una mierda. Claro cosas menores. Macri enrejaba plazas, hoy es presidente, es una tragedia. ¿Cómo lo dejaron? Por suerte la patria está dividida entre quienes como se me dijo sabiamente perdieron su empleo y tienen que luchar en Enero y recibir balas de goma y todos los que con conciencia social en Brasil piensan que el ajuste está en macha. Es como si en la comuna de París, uno podría estar con conciencia, haciendo “shopping” en Londres. Claro y así fue, todos lo sabemos.


Argentina es una novela para el capitalismo, y en Argentina mucho más. Por eso, Pampita fue preocupación nacional. De las cornudas sufridas del país, de las divorciadas resentidas que podrían ser los viejos cuadros de Goya lo bueno de Pampita, esa idea nacionalista sobre el culo, ese culo “nacional” en una mujer, “Pampita” no hay que ser ni tan “inteligente” como José Pablo Feinmann ni un semiologo para entender eso. En esta novela, la cornuda, peleada con la China, ahora es feliz porque tiene novio francés. Ver una tragedia humana casi como la de la migración siria, ser resuelta por el azar, ver la sonrisa amplia de Pampita con ese rojo brillante que ella usa, y esos dientes blancos eternos es una caricia al alma. Todo cornudo podría tener la estampa, toda persona que tiene contradicciones sobre el hecho de la infidelidad debería tener pánico. Claramente si Pampita se puede olvidar de alguien y ser cornuda, el hecho incluido versiones pronográficas es superable. En términos de Neoliberalismo, la desregulación quita la culpa al que engaña y al engañado hasta que esta idea de propiedad se debilita llevando a crisis del YO, pero para eso está el psicólogo.


Por suerte, el psicólogo no es para todos. La birra y el caminar y el escribir son parte de la cura por el habla, que el que habla no sea escuchado eso pasa también con el psicólogo no es problema. El fin de la alienación por decirlo de alguna manera pasa por las buenas o por las malas. Uno es superficial y por eso le sale tan sencillo que chivar sus verdades sea cuestión de sólo mover teclas en cualquier aparato.   


Palermo, como el eje de la pobreza de Buenos de hoy. Palermo para taparlo todo. No creo que ya haga mucho más decir sobre estos temas, pero debemos decir que allí se escribe, toda guía, todo principio primero enumera sus calles, ya no es el Centro, en una ciudad que en cierto sentido está plagada de cosas para cuello blanco, IPods, I-Phones, After Office, y toda esta clase de cosas. Las otras clases, el colectivero por ejemplo con el culo sudado está en la Boca, Plaza Italia, y el no tiene Office, tiene Bondi pero el after bondi no existe.


Cuando los ricos de la argentina tenían cabeza, hacían urbanismo, por eso Avenida del Libertador tiene un estilo que nunca tendrá Puerto Madero. Esta zona del Puerto siguió cerrada al río costanera sur, la reserva, los carritos domesticados, todo hecho por el beneficio. La paja, la vagancia no lleva a hacer los cuatro kilómetros necesarios para en suma estar allí. Por eso hablar de Almagro no es hablar de Buenos Aires, Almagro es sin duda ese injerto de una serie de décadas, edificios de clase media, vendedores de puestos de diarios, la Avenida Boedo, como sólo eso, “La avenida Boedo” y los odiosos negocios viejos de la burguesía nacional, horribles, siempre horribles y descoloridos, ellos son la esperanza del desarrollo nacional, jugueterías que el 90% lo importan, los manteros de las películas, toda la violencia del Coto con su aire acondicionado a full y la idea en suma de que no pasa nada.


Por la Avenida Belgrano, entre Colombres y Castro Barros, queda una imagen del Coco Silly el último de los machos con su propaganda de Paso de los Toros como una tragedia de un cornudo con aires de respetabilidad, una especie de Luis Napoleón de los machos. A uno que lo tratan siempre como damisela en apuros como un caprichoso y vago le cuesta pensar que no sea una imagen divertida, tratar de vender paso de los Toros con el fin del romanticismo, ¿Podría ser la familia estúpida de coca-cola, la irritante familia feliz de Coca-cola separada y arruinada con la referencia al Cuckold obvia sólo por el consumo de Paso de los Toros?


Hay una suerte de amargura por la Figura del Padre Ausente, Dios, el que barre la vereda, la verdad, el perro que no es fiel, el celular cuando se rompe, la gente cuando coge pero puede contestar el teléfono aunque esté cogiendo, el demonio maligno de Descartes. Como se gusta decir una serie de ironías, como el pase de fotos de ortos, tetas y cosas varias en general que van desde la idea de una “buena recomendación” del conocido, ¿Conviene perder el tiempo con esto? hasta la posible paja del caído en desgracia que nada tiene y que incluso con el calor siente el frío de la soledad. Sabemos todos que la “Literatura” tiene en occidente un gusto por la suciedad, el drama lo que quiere contar.

Cuando se llega a la prosa por medio del fracaso total, se llega por el fin de la poesía que tampoco se supo ni se sabrá escribir. Es como la política, porque el discurso no entusiasma, ya sale el spot despersonalizado y el storytelling idiota. Aunque esto no hace la descripción de Buenos Aires, esta cuestión de amar el pedazo de planeta donde uno está anclado parece una pasión tan inútil como aquella que quiere huir de su vida, buscando lugares recónditos. La estetización es lo que hace dudar, y se duda por buenas razones, si bien hay gente que viaja, y viaja por trabajo y viaja en suma cientos de veces, esos que no tienen la opción del turismo quizás garpa pero no sabemos tanto.


Una pasión bastante relativa. La esperanza de este servidor es comer más caro que lo que suele comer, porque en realidad, sí sabemos que hay una serie de enormes fantasías, pero creer que la mujer, hombre o niño ya que está de moda ser raros, que sería irresistible y darnos pelota, podría bien estar en Los Polvorines, en Villa de Mayo, en Saigón, o en París. ¿Acaso alguien se haría el recorrido hasta el fondo del conurbano buscando misterios que buscaría en Tikal? En cierto sentido como digo, viajar es una molestia, casi nadie cuenta una novela como viajamos, subimos al avión, estuvo todo bien y yo lo recuerdo. Por el contrario, siempre le da placer al lector saber que el viaje tuvo muchas cosas de mierda. Esto es importante, yo creo en suma que no tengo pasión alguna por viajar, y he viajado siempre tratando de no pensar que estoy viajando valorando el viajar mismo pero no como espera al destino.


Este hecho de procrastinar el hecho de que viajar es llegar a destino se hace fundamental. Así da gusto viajar, y si uno va a San Isidro por ejemplo puede ver muchas cosas en la Panamericana y tener el frenesí de nunca llegar a destino. Cuando uno en parte disfruta de su hogar, o de ciertos lugares que considera suyos y de los que no se cansa de estar, porque tiene poco de nómade volver siempre es un placer. Un placer que niega lo anterior, viajar al fin para poder poner fin al viaje. Esto hace a una interpretación. Por eso creo que es más sano mudarse que viajar. Mudarse es más dificil pero tener su lugar en cualquier lugar es más serio que dejar el lugar de uno para ver qué onda. Mambos de persona retorcida.

Enero en Buenos Aires es la pasividad, lo que no pasa acá no pasa, y Buenos Aires, vacía pero siempre hipertrofiada simplemente está “vacía” con gente que arrastra sus pies sin alma. Hasta ahora nadie habló de merca por lo que hemos hecho un avance con otros relatos contemporáneos. La gente se pone en las esquinas, hay consumo de Quilmes al por mayor. Todavía en las plazas y en las calles hay gente que duerme o no duerme por lo consumió la noche anterior. La birra es la unión de los argentinos, el vino, el espumante lo son, la grieta serían los abstemios, que si hacen gimnasia con el calor y la indiferencia, generan en los que toman, desprecio, y sobre todo una marca de su irrelevancia.


Lúmpenes y no tanto son parte de la plaza y de la calle y uno mismo cuando se ve recién levantado, cada día hay variaciones, cada tarde el consumo se da distinto, la hora varía, las botellas pasan por la reja, la gente en cuero, madres con ropas sugestivas, bebés agobiados por el calor. Perros que se huelen los culos, se hablan, se cortejan, perros que son fieles a sus amos desganados y les llevan pelotas, todo al uso del consumo. Jubilados que miran, si miran hay dudas de que estén pensando en algo. La resolana los dora cuando hay calor como si fueran pollos al spiedo, el que labura con el pollo al spiedo con el calor, ya marcado por laburar los domingos a la mañana ya marcado por el profesionalismo de la resignación.


Por eso se camina y se hace uno cierto hábito de ver el precio de las tortas, de las formas que se presentan en las vitrinas, si bien hay gente que las compra en ocasiones especiales algunos desarrollan la pasión de verlas y no comprarlas, como ciertas mujeres por la sandalias, la torta forma parte del mundo de los posibles. Los panaderos mirando hacia la calle, aburridos, con las bolas aplastadas sin ganas. El merengue en algunos casos amarillo, los carteles con los nombres de fantasía, la heteronomía que rige el bautismo de tortas muestra que Argentina tiene antes que panaderos dedicados, profesionales en el rubro de la diferenciación de las tortas. Nadie sabe bien cómo fue que se perdieron las lenguas entre los panaderos pero es una consideración absurda.


La Argentina es la tierra del Whatsapp para todo, y casi como el alcohólico, que puede serlo también claro se mira el teléfono en verde esperando el número. Es inevitable que el que hoy conoce la internet no sueñe en sus velocidades, se mueva en sus impresiones y se quede así, con un poco de cada cosa, persona, y que a la vez comparte. La diferencia claro está se encuentra en un otro, como el otro recibe y consume.


Cada generación va describiendo mal todo lo que tiene que ver con Buenos Aires, entonces llegan las postales que en suma no son ni serán verdaderas. Es entonces necesario aclararlo, uno debería suponerlo pero nunca termina de ser ciento por ciento verdad. De estas caminatas ya no tienen nada de paseo, casi que son hijas de la terapia, como el perro saca a pasear al humano, y cada humano tiene su relación con su perro, a los gritos, dirigidos todos ellos.

Por eso ir y venir tiene ese sentido. Uno realmente no tiene alma de gitano, no tiene alma de ballenero y cuando está incómodo vuelve a su casa avergonzado de tener tan poca fuerza de voluntad, imaginación y sentido del buen gusto. Es decir un hijo sano del sistema sin vueltas.

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