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Hay una cierta clase de hijos de puta que nunca tienen oficio. Algunos jamás trabajo y otro jamás destino.

Ciertamente la resaca y la distancia de un año pueden hacer cosas formidables. Las encías que sangran sin saber porque el vómito en justa medida del mismo color. Ante todo la idea. Siempre en la misma circunstancia cierto timbre de voz en la peor forma posible hace la suerte de una constelación.

Jodio es escribir la misma mierda muchas veces, jodido es mejorar, o incluso cambiar. Es tan jodido como vestirse para desvestirse o viceversa. Esta es la especie de cultual pornográfica que abate la existencia de un ente regular. Es decir, de cualquier cosa que ande caminando por allí. 

Para esta clase de cosas peor que la frente, algunas veces se nos hace la idea de una carne rubia de pollo y huesuda. De esta clase de cosas para clavar los incisivos. Pero claro, siempre existe la forrada. Lo primero era como siempre, combinar, el vodka puede ir con la cerveza.  Ciertamente cuando uno conversa con gente siempre tiene la impresión que esta vendiendo su genuina y propia estupidez. Entonces, era la Isembeck la que hacía la diferencia. Hacía calor, y la gente te veía con facha de sucio. En donde meabas había un sorete que un nunca se iba con la cadena pero el lugar, especialmente el baño no apestaba el sonido llegaba bien. Las voces eran cordiales. Hacía calor, y solamente había vasos donde había cerveza. Por lo que había que tomar.

Claramente suena a boludeces. Pero era así, hacía un poco de frío. Seríamos medio hijos de puta pero hay cosas bellas, hay gente que sabe fumar. Otro solo escupe humo, y otra se cree especial. Básicamente algunos eran como la cerveza, y otros como ese sorete que no se podía ir… por ahí.

Pero bueno, ¿sería correr? Creo que ustedes sabrían lo que son los clamores de la vida. Un tamborileo de mierda en los tímpanos. Pero todo más que bien, como saben nuestra señorita Jones. Estamos escapando de saltimbanquis terroristas, de bien portados y de defensores de la vida humana. Como decía ella tenía un gorro, de esos que la hacen ver como una infante. Pero claro, ¿podrían saberlo ustedes? Yo diría que no. Hay cosas que hay que verlas no se pueden leer. Las cosas que hacen escribir demasiado a algunos es que tienen demasiado memoria para lo bueno y para lo malo conservan lo necesario.

Ciertamente que cuando se piensa en particularidades las cosas no van bien. Hay gente que pregunta demasiadas cosas. Yo por mi parte asumo que no voy a poder responder bien nada. Y debe ser la salud, y ser delgado y vivir como quemado. Medio idiota.

Así que hacía frío pero yo estaba bien, o decía que si fuera ese que estaba ahí estaba bien. La formula de bebida blanca con cerveza funcionaba. Sólo tenía hambre. Pero hay veces que solo debería pensarse en el recuerdo posible. En ese punto saben que podría contar demasiadas cosas. Y me han dicho como la sirena que hay que volver a ponerle notas al canto de la locura. Apenas un metro sesenta creo, y eso es poco. Se trata de una mujer enana. Casi deberían darle más espacio para que lo contrahecho de nosotros la alcance más fácilmente.

Del relato. Que se hace para mi divertido sigue. La gente apunta y con razón que en coger y en escribir no hay que pensar demasiado. Entonces, después las cagadas. Pero acá los dientes contra el fierro. Así vuelven a sangrar una y otra vez.

Como decía sin perder demasiado el hilo haré una especie de pintura rápida. Claramente la indecencia moral era una especie de calza negra. A contra punto con una densa capa templada de rimmel. Claramente escapada de los mejores videos juegos de la mente perversa ante todo. Una dieta peligrosa. Tiende como saben los labios de manera en que los dientes se le ven de una manera que no parece sonrisa. Es la especie de espejo que antes generaba un lenguaje barroco. Porque era y es barroca. Se trata supongo del olor del pelo, o del timbre contradictorio de la voz que empalaga el cerebro.

Emotivamente desgarrador como un reality de cuarta y a la vez conmovedor como estar a punto de caer en el medio del piso sin saber si la calesita es real o inventada. Tal cual entenderíamos la calesita vive en uno. ¡Amen!

Contra la memoria, escribir en la llanura. La más pampeana de las maneras de pensar. No somos especiales. ¿No es cierto? Es una más en un millón tal cual suena el tema de la radio. A la vez que se nos iba La VOZ. Era deprimente saber que una de las voces más espirituales de nuestro tiempo se iba por el caño. Ahora sólo quedaba entre nosotros el pánico del reflejo. Pero bueno, hay cosas divertidas en morirse y en hacerse mierda. Lo malo es cuando el bronce cuando las trascendencia lo invade todo.

Algunas veces escribí unas cuantas cosas demás. Lo malo de los que se cabrean y se ponen pelotudos cuando beben. Pero es casi un deber cívico que las cosas sean así. Y el sueño es un violador de la realidad concreta y de tanto brindar con violencia los vasos se rompen. En ese sentido lo demás se hace horrible.

Lo peor es que hay veces que se cree que se sabe escribir. Eso estaba en la punta de la nariz. Pero cuidado porque sé que hay preciosismos que no se acceden fácilmente por eso preferí mirar unas manitas, si unas manitas, de uñas verdes despintadas. Y con eso me fui estupidizando. Tal cual se iba fumando, y ese olorcito a porro se iba perdiendo en la atmosfera. El que es reincidente tiene que contar las cosas como si sonaran de primera vez. A la hora de tener que hablar las cosas se complican porque todo se torna a chiste.

Pero dicen que a este hijo de puta parce que tiene saldo eterno. Le dicen que siempre tiene algo que decir. Debe ser jodido. A lo que iba, como siempre, unos labios. Como decirlo jodidos. La vida jodida, una ¿remera? Roja. Lo importante era lo que estaba debajo de ella. Tal cual si fuera un paño, un lugar para poder dormir por unas horas.

A la diversión se la llamaría trinchera. He aquí el recurso. El paraíso es un sofá deshecho. La inmortalidad como siempre, idea que como una vez me dijeron en el Tortoni. ¿Qué hacía yo ahí? No lo podría saber hoy. Lo importante es que lo que escriben de Moisés en adelante se han creído dios y así estamos como estamos.

Debe ser que la vida es corta. Aunque no tanto. Dos pares de manos con uñas verdes. Unos cuantos dientes. Dos ojos, con la capacidad de abrirse rápidamente y hacer la pregunta, “¿Qué?” antes de mirar para otra parte.

Todo es histeria. Todo es diversión. Todo es el mismo recuerdo de la calle. De caminar por la calle en lo contradictorio. ¿Quién no se cree que no sea más que uno cuando deberían ser varios los que nos reemplacen?

Las meditaciones van bien con el vino tinto y más cuando se lo toma rápido. Así se logra la clarividencia. Después de toda la idea de que nos morimos, cosa que a tanta gente la embeleza es así. Un día se van creer el porque se fueron a la mierda y van a creer que es necesario ante esa realidad. Todo se podría resumir con una mano en el culo. Pero sería contra producente. La mano debería seguir la calza para arañarla y dejarla en absolutamente nada.

La vida es así. Uno tiene la mano sobre el pedazo de carne, y la babeante sinfonía esta a años luz. Una suerte de violador domesticado, embelesado. Pero claro que debería decir que esta es la clase de cosa que debería decirse en la senilidad. Y aparte uno se siente un poco senil cuando va por la calle leyendo cosas que no son. Y llegando mal a todas partes, y por eso la justicia siempre nos sonríe. O sea, dejándonos de joder. Creo que podría ser por la madrugada y a ver quien sigue las miguitas de pan. Tal cual el relato de siempre, el peor trabajo es simular que se está creando algo. Y todo lo demás es esperar.

Y era como un glaciar. La seca…… bueno.  Hay que dejarse de molestar. Dicen que las cosas tienen que ser cortas. El tema es que uno siente maravillosa música, los oídos podrían ser los del general. Pero en este caso son de una persona poco menos que desconocida. Pero el mito sigue. Debajo de un diafragma nace una voz, una voz que quise inventar. Y eso un dolor, un duelo cuando las voces se muren. Es igual a apagar un ornalla, no se si alguien ha hecho alguna vez la estupidez seria de quemarse casi deliberadamente. Les digo que esta sensación tan fugaz del fuego es muy distinta que la cristiana de la autoflagelación.

Siendo parte del fracaso de la descripción. Es lo bueno de hablar, es más lo consideraría casi un comentario que se pone en la cosa literaria que se pierde. Es obvio que ahora uno esta mal. Se queda con el recuerdo como un fantasma dando vuelta por ahí. Sin nada terrible. Será que siempre me acuerdo de ese mismo par de tetas. Una matriz. Es el sueño del burócrata en lo que los idiotas han llamado un estado gigante.

La ciudad de los carteles amarillos me tenía dando volteretas. Pero ante todo me tenía pensando en la mejor voz que ando escuchando desde cualquier parte. La suerte es que no terminé loco sino que la voz existe. Siempre escucho descripciones como la del bosque quemado, y cosas por el estilo del vacío de un mundo consumista. Atoramos la garganta de cualquiera con ese pesimismo. De volver a lo mismo. No era una cosa de femicidio. Eran apreciaciones sueltas. De los pies al cuello, no tiene desperdicio.

Podría ser propiedad de alguien el sueño. La paja podría que no. Pero el sueño por más húmedo o seco que termine puede ser propiedad de cualquiera. La gente hasta se enamorada trilladamente de carteles. Quizá se trata de un cartel a futuro. Hablar de fama y de cosas como me habían apuntado desde lugares lejanos que masturban el cerebro con una perspectiva no realista. Como quien quiere dignidad sólo porque sí. O el que no porta un arma. O quien sabe qué.

Es más recuerdo que alguna que otra vez, se ha dicho que todos se creen mejor que lo que es. Así tiran la cara a ver si les contestan con una trompada. Varios relatos se construyen con la memoria que es la hermana tarada de la imaginación. Y es tarada, más cuando se la intoxica. Porque sino no vale la pena recordar. Uno debería llevar una petaca con una mezcla mortal para poder sólo tener grandes o terribles recuerdos.

Winehouse en el ahora. Estoy escribiendo en una especie de rastrilleo multidimensional. Pero esto no se acaba más. Es parte de un oficio que no se paga y que es muy innoble. Es más mal hecho. El recorte era tan bueno que las cosas pasaban por alrededor. Y la imbecilidad, hace clavar otros puntos. Reducidos podríamos jugar al metro cuadrado. Entonces, claro. ¿A quien mierda le importa la hora?....

Trescientos sesenta y seis días. Dan la sensación ridícula de eternidad. Ni más ni menos. La puta idea un poco gastada. Que existimos la mayor parte del tiempo vivimos poco. Y morimos de una forma tan torpe que nadie se le puede mover un pelo. En el medio como siempre ese bocado de buen gusto. La que suele ser la mejor de las mejores, la que se lleva las páginas, los olivos. Los silbidos, las miradas. A la mierda con todo. Creo que debería ser perfecta la idea pero dura poco.
         

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