El gusto a chocolate en la boca es interesante. El cuento sigue por la misma senda que el anterior. Va cuento no es. Solo es realidad. Hay veces que la gente ama por lo menos tropezarse más de una vez con la misma piedra.
Uno recuerda sus mejores atributos de bizarro. Uno cambia claro esta. Como cuando viaja en colectivo. La gente es una mierda, y escribe despatarradamente. Por otra parte, ese espacio. Hay nostalgia. Por suerte que la hay. Ella como siempre tiene que mandar su mensaje de texto mientras ando tragando la cena. Y tiene que ser así porque siempre fue inoportuna. Como la muerte o como la suerte, como la lotería.
Por otra parte, lo de siempre. Los diálogos y las conversaciones espejadas. Jamás fui buen narrador y hasta me han dicho que ando regalando lo que no se que es. Tiene que ser cierto. La masa, las masas, tema de fascinación en los cuarenta sigue siendo algo valioso para mí.
Eva, también lo tiene que ser. ¿Quién podría sino ser uno de los más incorrectos el que se enamore platónicamente de Evita? Ese amor, popular y hasta sadomasoquista si se quiere. Ciertamente he escrito diarios malos y muy malos. Pero estas son ficciones. Son marchas, son esperar. Hay veces que se pretende pensar que la vida cambia. Nada de eso.
Hay un poco de pánico en soñar las épocas de lucidez han sido para mí las de genuina locura. Mi burocracia interna me hace babear de pensar el recuerdo. La siempre primera musa, prieta de toque de esto. Lo que sería en palabras de Bukowski aquella con la cual te tocas los huevos cuando hablas por teléfono. Hay todo un juego siempre vigente en nuestra manera de mirar. Ahí me doy cuenta de lo relajado que puede ser también escribir. Cosa burguesa, y sin duda que esta mal. No ando pensando demasiado.
Como dicen es una enfermedad sin cura. Y para peor, nadie la asume. Y además se es inculto y no se cree ser un genio. Ahora bien en este cambio de vereda creo que he perdido muchas cosas. Entre ellas las grandes imágenes y que gane. Un poco de olfato y ganas de mirar grandes imágenes. No se si es un realismo. En realidad debe ser una cuota más interesante de desesperación. Porque a muchos nos gusta experimentar con lo que escribimos y no mucho mas.
Por eso esta especie de falso naturalismo. Dicen que en literatura es difícil no cagar la ideología. Debe ser un romanticismo de mierda, uno que no termina de jalar la cadena. Uno que deja las cosas por hacer. Esta imagen del soñador en la selva. El del personaje que come fideos. El que esta viendo el acto multitudinario. El que jamás puede ser héroe. Claro sin jugar de optimista todo por pura diversión.
Será que es un juego simple de la mente. Debe ser la inercia de perderse. Siempre ando en esas cosas antes de irme a dormir. Como quien va perdiendo la cordura en una sinfonía interminable. La vida tiene que ser un infierno alegre. A los que quieren sufrir porque sí, hay que ayudarlos a que chillen como hijos de puta. ¿Quién no ha estado así? Pero mejor sería sufrir algo.
Esta hija de puta, diría alguien que no la quiere claro esta. Me esta haciendo picar como el sol en la cara, y me quema los ojos como el sol de la mañana de uno fusilado. Rosaditas son las píldoras que me dejan dormir mejor. Mi locura, es tan preciada. Y ella fue uno de los primeros cuchillos de mi cerebro.
Algunas veces hay que irse de foco. Hay que irse ciertamente de foco para poder encontrar algo que valga la pena. Hay tantas mujeres y yo soy tan limitado que solo puedo andar pispeando y algo de eso debe ser una buena parte de mi vida. Las cosas deben ser medio de idiotas. Hay gente que nunca llega a tener esa gran pulcritud para escribir. Así que en este lugar de segunda, me ando y no “meando” muy bien.
A diferencia de otras formas que tenía de contar creo que pocas cosas me sorprenden. Uno esta más propenso a recordar un culo que a propulsar una utopía. Esa creación pagana, tiene su diversión. Esa justa línea, justa línea, de figura de madera. En medio, una vida de regularidades.
Tendré que esperar una justa ocasión que haga valer la pena lo que escribo. En este caso con justicia, la multitud las antorchas. Algo que faltaba, la idea de un buen recuerdo para tener. Lo emotivo. Lejos de la novedad, las cosas se repiten. Algunas voces muertas sonarán y soñarán cada vez mejor. Por mi parte, pasar el tiempo será así. Triste e injusta monotonía.
Sin poder huir de aquí. Este día fue un viaje más y como un colectivo que llega a una terminal, sin efecto. Sólo quedaría en el deseo seguir creyendo en los sueños más estúpidos para no tener el sentido de los sórdido como un sorete incrustado con fuerza en la nariz.
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