Tal cual el ultimo rastro de la víctima de la vida. Todo se vomita al autor. Es así, divertida ignorancia. Sería mejor que la gente la parta un rayo. Feliz era ser ciego y ahora muy feliz parece ser no poder ver. Tanto barullo al pedo.
Lo único que extraño es el alcohol y el sentido de lo perdido. En el fondo es muy triste. Viajar a cualquier hora en colectivo. Saber que los ojos se van quemando. Entender que las conversaciones se van a la mierda y que el mundo es reino de las multitudes. Si serás narrador, y narrador de mierda. No lo dudo. Es una buena constancia de un forro de clase media. Como me divierte pareciera que es la única certeza que tengo hasta que pierda sentido.
Y por eso dicen que uno vive en su cabeza. Pero debo ser de una clase de pelotudo muy especial. De esa clase de mierdas aún no terminadas por cocer. Debo ser así y lo peor. No tendré el diario donde hacer mi facto e irremediable mal sentido irónico de las cosas. Sigo pensando en la miseria humana. Esa cosa que la gente ama leer cuando uno esta lleno de gusano si es que alguna vez, justamente uno trasciende. Lo demás es mierda, y la falta de perdón por parte de los ilustrados, crease quien se crea de un título que no sabemos bien para qué mierda es.
Debe ser que todos somos podidamente ilustrados. Me gusta pensar en tamaño aborto. Y era cierto que había escrito al respecto de todo. Como siempre pasa con estas cosas, ese todo, sale mal. Y al final, la calle, sola. Pura sensación, cobardía sí. Pero a esta suerte de cosas que se te cagan de la risa. Existe, una suerte de remesa existencial. Hay veces que los poéticos terminan peor, que los comediantes, pero cuando no lo aceptan si se congracian tirándose abajo del colectivo. Para peor hay gente que anda con lo de la teoría literaria, y cada doscientos millones de borrachos, uno mete gol, ya sea en una mujer o en un libro. Deberá ser la estrella o el caos. Da igual.
En el medio del infierno, hay un par de abogados uno por parte de la humanidad, y otro por parte de la cultura. El que esta por parte de los nuestros, pide que no nos excusen de nuestros crímenes pero sepan que no tenemos memoria, que nos somos capaces de evitar contenernos que lloramos demasiado que a veces hasta tenemos orgasmos con criminales. El hombre de la cultura, con sus signos goza al fin de un sentido. Tiene que construir el infierno. Darle regla a la eterna burocracia, defecarse en cada nuevo ser. Defecarse en saber que no se sabe. Defecarse en saber que se sufre de ante mano. Simplemente tener por seguro que por más elaboradas situaciones y analíticos sentidos, hay algo que hace desangrar a los débiles y que no se va a salvar con el compromiso intelectual.
A la química le pedimos el bautismo. Al reino de las cosas, le pedimos poder comernos los mocos. Pero cuidado, ya nos advierten que abrazar al imbécil que mira sin otro fin hacia a otra parte vaciado. A ese no se lo puede ir a buscar. Hay que pensar en otras cosas. Tiene sentido, uno es demasiado lento. Los libros se los devora el pasto, y el fuego. Cuando todo esto se vaya a la mierda por fatalidad y no por profecía, nadie saldrá a decir nada. Es el mundo de la conciencia. Todo esta casi supuesto, solo faltan chispas.
¡Ay de los clásicos! Algún día dirán que nuestros irónicos eran infelices. Seguramente que sí, tienen derecho a decirlo. Hasta deberían. Relato enternecedor el que se nos vende minuto a minuto. Pero eso importa menos que nada. Claro que frase de mierda. Como decía extraño estar en pedo y hasta las ronchas en el culo. Extraño pensar el pasado. Extraño pensar que los significados viven lejos. Extraño pensar el rubor extraño de un incesto de una actriz que tiene mucho de un pedazo de carne y que aún no se termina de comprender.
Extraño un cerebro. Aunque, la parodia. Extraño la VOZ. Extraño
Casi mojigato. Como dice la calle: “¡¿Por qué sos tan virgen?!” puro soplido cardiovascular. Habrá que escribir tan como el culo. Se asume en sí el amor, el cyber- ñoqui. El no poder describir las escenas de sexo sino de querer vivirlas.
Tantas cosas se habían escuchado sobre lo que se había escrito y todo ser perdió que lástima. Hay tetas y amigas que se fueron. Y hay gente que era valiosa porque la gente, las personas son lo único que puede movilizar un texto que no sea una entrada de cuarta más para una enciclopedia interminable que nadie saldrá a verificar.
Va, conservadurismo de mierda al fin. Todos pagos, ¡Todos putos!; tal cual sería el girto o el cantito. Ahora si que se va lento. Y el dolor de espalda es fulminante. Tal cual dijo un vago de la calle con el que se podría compartir cerveza. “¡Yo estaba destinado a ser el mejor escritor de Latinoamérica” a lo que sumaba el mejor médico de la humanidad. No nos podemos conformar con un fracaso ilustre y brillante pare que hay más. Tiene que haberlo, se lo tiene que hacer. Al mejor estilo de una guerra que nadie quiere luchar. Escribir se ha convertido de un mágico entretenimiento en un entretenimiento más y no me veo mejor que viendo televisor. Si me veo mejor porque entiendo que es una salida y no solo un comprimido de cosas que ni siquiera se me han ocurrido a mí.
Así son los culos frente a pantallas brillantes. Hay gente plástica, gente fresca, personitas intelectuales y bellas, cagatintas de cuarta (seguramente caigo ahí por defecto); extremistas de tercera, segundones, malcojidos y hasta reventados. Llega el fin del invierno y estas cosas no se van a leer. No formarán parte del cannon, ni serán parte de la maldición que conmemora la pelotudez. Esa que pudo haber mandado mil millones de mensajes de texto para ser un taladro pero que al final. Por mal educado, por infeliz, por mercenaria aceptó su destino. Una distorsión más en un mundo sin peso. En una droga sin efecto.
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