Siendo justos, tenemos el gusto en argentina de tener no sólo intelectuales iluminados desde los diarios sino que además ahora desde un divino paraguas nos intentarán salvar. Lo malo es que tantos “salvadores” juntos no saben si conviven con el realismo o con fantasías de ellos que son tan propias como las impugnan al discurso “oficial”. Además tenemos expertos para todo que sólo miran gestiones “progresistas” y critican sus planes, no tomando en cuenta lo reaccionario de muchas otras gestiones.
Es sin duda un problema pensar primero que todo que lo que
tiene que ver con partidas a la educación en general a saber, presupuestos para
docentes, para hacer escuelas y para mantener las ya existentes no afecte en
parte en el plano subjetivo. También llegado a cierto punto es cierto que no
tiene nada que ver con el alumno en sí sino con el sistema al que se inserta.
La idea de que haya alumnos talentosos no quita que haya que trabajar con
grandes números siempre que hablemos de educación. Por lo menos cuando hablamos
de políticas de educación y no de pedagogía lo cual suele estar lejos en muchos
casos de los lineamientos generales para bien o para mal.
Cuando nos referimos a: la educación, a la represión, a la
economía para bien o para mal nos referimos desde alguna parte nos quieren hacer
creer que hay críticas bien intencionadas y que la idea del progresismo es la
que choca con la autoridad y no del neoliberalismo realmente existente en sus
relaciones con el Estado y la Sociedad. Como
todo lo que ocurrió en las reformas de segunda generación quedó en claro la
descentralización de la educación, la mala asignación de fondos e impuestos, y
sobre todo una educación orientada a servicios y no a la industria, ni a las
ciencias, ni al arte, filosofía, etc. Esto no es un error sino que es una
voluntad de la cual no hay que olvidarse, haya llevado quien haya llevado a
cabo las reformas. La educación para el “Call
Center” tiene mucho de alienante, apolítica, anti-científica y poco
demandante. Poco cree en la experticia y forma parte de las series de
privatizaciones que siguen en marcha en muchos planos donde la educación sufre
dramáticas transformaciones.
¿Será por esto que en todas partes del mundo hay desfasases?
En todas partes el mercado demanda cosas para las cuales no hay “vocaciones”,
por eso termina siendo un lujo que cierta clase media alta juzgue los trabajos
y ocupaciones de los otros desde arriba. Aducir esfuerzo muchas veces es una
forma más de la injusticia ante la desigualdad, cuado no hay exámenes
niveladores que midan realmente los recursos versus los resultados. No sería
raro que ciertas zonas del país midan que otras, pero deberíamos poner
standards más altos a aquellas pueden acceder más. Ventajas absolutas sólo
mentirían sobre la realidad de la educación, no se trata del esfuerzo sino por
el contrario del acceso, comodidad, edificios, dedicación de cada profesor por
cada alumno, condiciones del hogar, etc. Estos factores ambientales son los que
desenmascaran las relaciones de violencia, autoridad, disciplina y
autodisciplina. También hablan de preocupaciones concretas de distintas
personas que van a instituciones educativas, no son meras ideas “postmodernas”,
la falacia está en pretender que hablar que haya muchos tipos de estudiantes
hace mella en una idea meritocrática en abstracto. Una cosa es la molicie y
otra cosa es que distintas realidad produzcan distintas reacciones. No sería
raro que muchas veces como se hizo con los pueblos originarios, los pobres o
los inmigrantes se los juzgue como carentes de cultura. Pro esto una cosa es
imponer, culturizar y otra cosa es educar. En una sociedad desigual y más en
sus valores sociales que trae desde mucho tiempo atrás educar es genuinamente
producir conflicto caso contrario a unos se los educa y a otros se los
adoctrina de formas violentas pero sutiles. Ante todos los que creen que no se
pueden tomar los colegios porque degradan
a los que asisten a las escuelas habría que preguntarse si los medios y
las empresas no los degradan de peor manera. No sería la primera vez que el
joven drogadicto, el pibe chorro, el “terrorista”, u otros son parte jugosa del
más ominoso amarillismo.
Es curioso entonces que cuando pensamos que hablamos del bien
común pareciera que nos olvidamos nuestros orígenes, también de aceptar que
gran parte de los que están en la etapa adulta también sufren de serios baches.
Pero por sobre todo, nuestros objetivos y expectativas son claves para saber de
la sociedad que hablamos. Por eso en medio de esos nubarrones, la decadencia de
cierta forma de entender la democracia como una comunicación universal, un
mercado más se nota. Ahora son guerras entre monopolios o corporaciones
culturales, industrias culturales, el “ellos” o “nosotros” toma cierto grado de cosa patética pero no
deja de ser cierta. Ya no es la historia sino qué historia, la ciencia se
estudia hasta donde queda cómodo a algunos. Se cree que la disciplina mecánica
produce brillantez cuando no es cierto. ¿Qué pide la sociedad sino respuestas
más completas y abarcativas? Siendo sinceros la respuesta es tan pobre como lo
que quiere demostrar, puede que no haya buenas respuestas para muchos problemas
entre ellos el papel de una juventud que se sigue creando en parte por la misma
lógica de la economía, con su mundo y subcultura. Hay muchas respuestas ya desarrolladas
desde el punto de vista intelectual, lo que no hay es articulación, menos aún
discusión ideológica. Incluso aceptando que algunos tuviesen meras ideologías y
otros “La Ciencia ”.
¿Puede que haya tanta desesperación por la autoridad? Es en realidad parte de
lo que se necesita en la escuela, es la verdadera autoridad desaparecida o son
otras. Ciertamente que en realidad, la idea del aburrimiento y del
aprovechamiento del tiempo tienen que ver con el mercado, con las ideas del
esfuerzo por los bienes recibidos. Ante todo eso lo meritocrático queda sólo
para quienes pueden acceder a los mejores bienes del sistema para los demás
termina siendo algo que desalienta sistemáticamente. Motivar cursos enteros no
es lo mismo que tener un buen alumno o dos buenos alumnos. Tanto la competencia
como la cooperación son necesarias en las escuelas, si una se superpone a la
otra todos los efectos son subóptimas. De nada sirve la hipocresía de tener
buenas “notas” a raíz de copiarse y de profesores abúlicos que al no tener
rebeldes acepten resultados falsos. Si hay resistencia al conocimiento hay que
ver porque, y hay que entender que cada docente desarrolla seguramente
estrategias distintas para cada curso.
Ahora bien, como siempre tenemos consecuencias por nuestras
acciones, la seguridad y la educación tienen una crisis que tiene que ver con
el fin de varios estados, el primero liberal, el de bienestar y luego el
neo-liberal. Esto no se dice desde un sector de la educación sino más simple y
más llano de algunas formas simples y de conclusiones simples, hasta chatas.
Porque los intelectuales salvadores que vienen de donde vienen ya han asumido
que tienen la realidad en la punta de la lengua poco importaría repasar algunos
puntos. Cuando hay una crisis en educación hay una crisis en la ideología de
los sectores dominantes y de la producción en los países, ellos hacen la
cultura y no otros, también son los que se relacionan contradictoriamente entre
ellos. Burguesías débiles, pequeñas burguesías débiles probablemente impacten
poco en las sociedades donde creen que su intelectualidad tiene algún peso,
ahora sin “Cipayos”, “Pseudo-intelectuales”, “Mercachifles oscurantistas”, “Nuevos ricos indignos”, como quieran
llamarles da igual. La cuestión es saber si en realidad podemos hacer de la
educación algo que sea a nuestro antojo y si realmente salió así. La escuela
pública es tan importante en el siglo XIX, como los inmigrantes que tenían su
propia cultura, como las actividades de anarquistas y socialistas con sus
mutuales, todo eso formo el sistema educativo. Eso pasa hoy con centros
culturales, Internet y bibliotecas. La escuela como tal es sólo una parte.
Tanto así que en realidad, las fuentes de información y los intereses no
siempre coinciden. Por eso tenemos dos realidades, la primera si podemos hacer
que las potencias intelectuales se desarrollen y segundo ver si eso coincide
con los objetivos de la sociedad. Objetivos que son políticos, objetivos que
son sociales, objetivos en suma que se antes y después que una persona transite
por el sistema educativo. Es simplista pensar que una sociedad que no proponga
grandes metas haga creer que vale la pena un esfuerzo largo y extendido. La
sociedad del confort y la precariedad en la vida social generan lo opuesto.
Esto no es postmodernismo sino que es parte de la sociedad desacoplada. El
saber en relación a la presencia, los modales, y los modismos muchas veces
pesan más que las capacidades aritméticos o el lenguaje, la historia, etc. Tal
vez sea el momento de cierta abolición de la idea de escuela. O mejor dicho no
su reforma sino su evolución la cual este acorde a los nuevos movimientos
sociales y a la vez al mercado laboral, los cuales tensionan a la escuela
convencional.
Estas son las realidades que han hecho de la escuela una institución
que se debilita y que por eso no tiene que ser reformada no tiene que volver a
un origen falso. Sino que tiene que ser adaptada a la sociedad real y no a la
ideal. Por eso, la capacidad de investigar, de autoorganizarse y de desarrollar
relaciones horizontales a la vez de la búsqueda de autonomía y de las
relaciones entre estudiantes será la clave. Lo ideal en el futuro será una
escuela donde el profesor supervise, potencie y aliente las demandas de los
propios alumnos. Motivarlos es más importante que imponer, y crear eruditos y
quienes los odian. La idiotez del privilegio social versus el erudito que tiene
que vivir a la sombra de aquel que es valorado por cosas que no tienen que ver
con su conocimiento, ejemplo extracción social. No tiene eso sentido,
esforzarse por lograr nuevas experiencias será lo vital. Más cuando podemos
saber que existe cierta pauta asiática para el desarrollo que tiene cierta
pauta general de la producción de profesionales pero que está en relación para
un mercado sobrepoblados y de mano de obra intensiva con alto desarrollo
tecnológico. Sudamérica en cambio necesita gente que se sepa adaptar a las
nuevas necesidades y que tenga ante todo la capacidad para poder iniciar
proyectos donde la sociedad aún no llegó. Un nuevo “enciclopedismo universalista situado” sería la síntesis ideal.
Estudiar geografía e historia en clave a las necesidades de la sociedad y no en
abstracto, estudiar economía política como articulador de todos los saberes
sociales. Tal vez siendo lo contrario al cosmopolitismo del siglo XIX sin ser
necesariamente siempre lo opuesto. Un utilitarismo chato, sólo podría matar la
diversidad de la sociedad argentina, quitando un factor importante que siempre
hace a su sociedad.
Claramente que eso no se acaba aquí, educación es un tema
que se trata desde siempre, y cada vez que se trato destilo una ideología y
hasta una noción completa de la ideología. Cuando no se revisa, qué se piensa
se caen en errores garrafales o se asumen éxitos que nunca ocurren. El mito del
país completamente arruinado poblado de imbéciles y menos brillantes minorías, las nuevas
preocupaciones de la juventud no vale nada, serían aquellos que tuvieron la
suerte de acceder por su posición y no por necesidad. Así es la nada,
ignorancia que tiene que ser purificada, tiene que ser iluminadas desde lo que
saben y siempre supo, idea estática y dogmática. Ahora bien que esto contrasta
patéticamente con los ideales de máximo desarrollo profesional, con los de
creatividad y con tantos otros. Crear meros empleados (sobre todo para
multinacionales), ni siquiera daría lugar a burgueses, ni siquiera a
emprendedores ni siquiera a completos burocrátas. Es decir, un sistema para
estos iluminados que no va ni para atrás ni para adelante, que no quiere ni
obreros ni patrones porque no los produce. Sólo quiere orden y tapar, ignorar,
y pensar tal vez que la mediocridad de cierta clase dirigente no llevo a muchas
cosas de las que hoy se asumen como queja.
Por eso nada mejor que usar la palabra guerra, en la tan temida
jerga estalinista tan odiada hoy, palabra que da efecto a lo que no quiere
tomarse en serio. En vez de deslomarse por divulgar, a la manera sarmientina
incluso grandes proyectos nos quedamos con la miseria de la filosofía más
rancia y dependiente. Ningún liberal hoy podría siquiera soñar con que
Sarmiento no debería ser su héroe, su faro. Pensar que el paga su educación
recibirá educación de calidad puede ser una utopía que va en contra de la
educación inmobiliaria.
Creer en el progreso individual pero con las cuotas brutales
que Sarmiento daba como normales, eso fue el proyecto liberal y racista de
Sarmiento. Racismo que en ese momento era parte de todos los estados, ¿Qué es
parte hoy de todos los Estados? Relaciones donde la improvisación y la adaptación
a mercados internacionales hacen tambalear todos los sistemas de educación
incluso los de Estados Unidos, burocracias, ineficiencia del Estado, programas
que no dan espacio a una realización que pueda convivir con la economía. Hoy en
día, el paradigma es la forma en que se pueda ser lo más autodidacta posible.
Lo más concreto entonces es que el neoliberalismo tiene cierta forma de pensar
que no tiene su respuesta en una forma concreta de escuela. Eso es tan cierto
como la realidad de la economía. Tantos ajustes en el mercado del trabajo,
terminan por ser ridículos versus a la educación paga o no, y sobre todo el
mercado internacional.
Ahora bien ¿Una educación para Argentina, para el Mundo,
para el mercado local, o para lo que es realmente necesario? Ahí está la
relación fundamental. Cuando se tiene aún que pensar que hay educación privada
y cara que no es meritocrática. ¿Educación para las Elites o Castas? Sabe que
las castas son la parte más triste, tan triste porque muestran los problemas no
resueltos de la ejecución de nuevos programas. Claro que eso nos pone a las
realidades de cómo cada grupo ha asumido sus fracasos. La idealización de las “elites” la idealización del “proletariado” y la idealización de las
“clases medias”.
1-La idealización de las élites, ha dado cierta pauta de un rechazo contradictorio contra la
clase política, los empresarios, y los ídolos de la cultural, un igualitarismo
que no se sabe si es democrático o si es “populista”
palabra difíciles de los gurúes. Es por esto que en realidad, cuando se analiza
la debacle y se analiza el vacío, pareciera que los mismos privilegiados y
capaces no están haciendo la diferencia.
¿Dónde estar las Elites? Si estas existen ¿Cómo son
realmente? Solamente basta con hablar como si estuvieran allí, ¿estamos tan
seguros de la calidad de nuestros periodistas e intelectuales? ¿Dónde está la
autocrítica? Cuando hay un estallido social tenemos, post sucesos, ideas
sueltas que muchas veces no muestran una viabilidad que hiciera que las crisis
fueran evitables. ¿Podemos decir que su papel esta asegurado? Ciertamente que
en el Estado hoy no se halla una política clara de desarrollo de élites, ni en
el colegio primario, ni en el secundario, ni en el universitario. Lo que hay es
una verdad concreta, una que dice que hay distintas asignaciones para la
asignación de roles que parecen que tuviera que estar fijos.
2-La idealización del proletariado,
ha hecho cosas nefastas, si pasaran las ideas tan concretas como poner tareas
que no siempre estaban en la cabeza de las masas populares o viceversa
abandonar la idea de lo que quería en cada momento. Interpretar a los sujetos
que podrían hacer un cambio social es algo demasiado complejo. Sobre cuando se
lo quiere “educar”. En este sentido las realidades muchas veces sobre lo
incompleto nos muestran que los que muchas veces impulsan los cambios son los
que menos herramientas tienen en el mundo ideal para hacer las cosas “bien”.
Por estas razones las experiencias históricas llevan a
conclusiones contradictorias. Como siempre queda como un gran desafío para las
construcciones contra-hegemónicas, las cuales tienen que hacer varios procesos
interpretativos sobre la realidad social.
3-La idealización de las “clases medias”, en este caso se cree que las clases medias, las
más débiles aparecen como garantes de los valores instituciones ante todo.
Curiosamente se cree que la clase media puede existir sin partido de clase
media o partido poli-clasista. En este caso ya no tiene que ver qué hace la
clase sino que se cree que se va a hacer. En este caso la clase media, sería la
que mantendría los humores. Raramente esto puede existir si un liberalismo
claro, y no estando en un país desarrollado. Las clases medias en países
periféricos son un epifenómeno, no son el núcleo, suele pasar que son los
funcionarios del estado o de los empleados de grandes empresas. Muchas veces
son los mejor formados pero como grupos reaccionan de manera mecánica, y son
fácilmente manipulables.
Subestimar la salud de lo que sería clase media es lo que
realmente llame la atención. La clase media necesita de una educación
universalista, no especializada más en países como el nuestro. Países que en
suma dependerían de ella como una cantera de todo el capital humano necesario
para hacer muchas tareas que están incompletas.
Por esta razón sabemos que existe una realidad, esta es la
que la clase media puede mantener una república, en términos de que sería raro
que las clases medias votasen en normalidad extremos. No obstante no es una
garantía. El sistema antiguo argentino, el fundacional, generaba una clase
media por la necesidad misma de crear un estado. La carrera hacia el talento
fue parte del desarrollo de la primera forma de explotación agropecuaria y los
servicios mínimos del Estado. Esta razón no tiene que avergonzar a sus
defensores pero forma parte de las ideas de lo que ha sido las clases medias,
destino que compartieron otras sociedades como Estados Unidos o Australia.
Autoridad/disciplina/autodisciplina:
¿Existe una forma real y concreta de motivar a la juventud para algo mejor?
¿Es que el sistema no tiene sentido? Puede que en realidad nos demos cuenta que
en cierto sentido, lo que no hay es una genuina voluntad de democratizar los
grandes procesos que conforman la sociedad. Sin una promesa concreta de futuro,
la sociedad sólo depende de estímulos contradictorios.
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